17 nov 2011

Control de precios en la Argentina

Autor:  Marco Antonio Plaza Vidaurre
Investigador y docente universitario           
17 de Noviembre  2011

“Dólar paralelo. Control de cambios. Tarifas congeladas para enfrentar la inflación. Desequilibrio fiscal por esas mismas tarifas congeladas. Dólar contenido, también para parar la inflación. Retraso cambiario porque la inflación sigue. Control de precios para poner otro límite a la inflación. Un juego del gato y el ratón entre los compradores de dólares y el Banco Central. Segundo juego del gato y el ratón entre empresarios con los precios, y sindicatos con los salarios. Tercer juego del gato y el ratón, entre las empresas y la Secretaría de Comercio, ésta para controlar, los empresarios para eludir el control. Cuarto juego del gato y el ratón: expectativa de devaluación contra tasa de interés en pesos. ¿Estamos en el 2011 o en el 2012? No: es la economía inflacionaria de los 70 y los 80.”
Este párrafo de un artículo argentino parece un caso de historia económica de la década de los años ochenta, pero no es así querido lector, es un caso de actualidad.
El economista Luis Rappoport, en el diario Clarín.com, publicó el 14 de noviembre una columna dejándonos a nosotros los peruanos, y seguramente al mundo entero que cree en la libertad económica, con la boca abierta.  
Lo sorprendente y sensacional de esta noticia es que parece de otro planeta. O quizás, de una vivencia real de hace varias décadas traídas por un túnel del tiempo o de “un agujero de gusano” donde el tiempo ni el espacio existe. Como sabemos todos, en la mayoría de países del mundo las monedas nacionales se han fortalecido fuertemente respecto al dólar. En otras palabras, los tipos de cambio moneda nacional versus dólar han disminuido en relación a los últimos años. Como ejemplo tenemos la economía peruana: el tipo de cambio nominal llegó a cotizar 3.5 nuevos soles por dólar y ahora está bordeando un valor de 2.8 nuevos soles por dólar.
 Entonces, ¿cómo hacen los políticos argentinos para que en un contexto mundial de debilitamiento del dólar tengan que controlar el tipo de cambio que presiona al alza? La respuesta es la siguiente. FALTA DE CONFIANZA en la política económica.
A continuación, reproduzco el artículo completo: “el dólar y los fantasmas que devuelven al pasado” del economista antes citado.
“………………En esas décadas, con sus más y sus menos, otras economías latinoamericanas vivían situaciones parecidas. Si algo tuvieron de positivo las reformas de los 90, fue terminar con la inflación y con el resto de sus consecuencias. El costo fue altísimo: desindustrialización, polarización social, desocupación y pobreza. Los otros países de la región apostaron al futuro: se quedaron con la estabilidad de precios y -de a poco- corrigieron los excesos del Consenso de Washington de la mano del boom de los commodities. Pero no dilapidaron el costo pagado. Nosotros volvimos atrás.
Ahora estamos repitiendo los viejos dilemas: ¿seguir acumulando retrasos cambiarios y tarifarios? Si es así, ¿cómo financiamos el déficit presupuestario? ¿Y si se nos viene encima el déficit externo, nos volvemos a endeudar? ¿A qué tasas? ¿Qué secuencia usar: primero aumentar las tarifas o el tipo de cambio? ¿O primero nos endeudamos? ¿En qué ritmo? ¿Gradualismo o shock? ¿Aumento de tarifas masivo o aumento discriminado según nivel socioeconómico? ¿Cómo administrar esa discriminación? A falta de mercado de crédito, ¿cómo financiar la inversión? ¿Qué método de control es más eficaz? Etc., etc., etc. Son todos temas abandonados por el resto de los países de la región, y del mundo, con excepción de Venezuela. Todo el planeta sabe que la inflación es mala y, al tener resuelto ese tema, los países debaten otros dilemas.
Pero en este retorno al pasado hay varias cosas nuevas. Al destruir el INDEC, rompimos toda posibilidad de indexación de los contratos: eso hace más difícil manejarse con una inflación como la nuestra. Pero sobre todo, los argentinos ya no somos los de los 70 ni los de los 80. Vivimos dos experiencias traumáticas, la de la hiperinflación y, peor aún, el Estado robó nuestros ahorros tres veces en poco tiempo: la primera con el plan Bonex, la segunda con el corralito y la tercera al romper el pacto de indexación de bonos a través de la mentira en el índice de precios.
Entre los ciudadanos reaparece lo que venimos sabiendo pero no quisimos ver, esa incertidumbre con una pregunta que está en boca de todos: ¿qué va a pasar, cómo sigue esta película rancia en blanco y negro? Esos ciudadanos piensan en sus ahorros.
En lo inmediato, la respuesta depende de la capacidad de nuestros funcionarios para responder a esos dilemas abandonados por el resto de los países. Los funcionarios están condenados a mirar hacia atrás y analizar lo que pasó en los 70 y los 80. Van a ver lo malo y lo muy malo. Porque lo bueno, lo virtuoso, no lo van a encontrar. Como tampoco lo van a encontrar en los 90 en que pagamos los excesos inflacionarios con los excesos del neoliberalismo.
Si algo les puedo sugerir es que eviten lo muy malo. Y para eso me permito transmitirles algunas ideas sencillas que todos sabemos.
No se dediquen a fabricar pesos para luego, vía control de cambios, obligar a que perdamos los ahorros por la inflación. No obliguen a una población -que no quiere tener pesos- a quedarse con ellos. Eso genera un mercado de dólar paralelo. Si hace falta devaluar, devalúen (eso ya lo asumimos todos), pero eviten el dólar negro.
El ahorro no es malo, no todo es comprar autos, smart phones y pantallas de LED: estudien de cuando en tiempos de Perón se acostumbraba a los chicos con la Libreta de Ahorro Postal. Es una forma de prevenir contra le vejez mucho más eficaz que hacerle juicios al Estado.
Si los ciudadanos quieren guardar dólares, dejen que los tengan; después de todo es una fantasía de valor como cualquier otra. Ustedes saben que no hay otra forma porque -a falta de INDEC- no hay indexación posible.
El ahorro es bueno también para el Estado: si no hubiésemos gastado de más durante estos años de bonanza, ahora no estaríamos de vuelta en el pasado.
Repasen los libros de economía. La inflación se va a comer los pesos de más que ustedes emitieron para ganar las elecciones. Después dejen solamente los pesos que los argentinos quieran conservar para realizar sus compras cotidianas.
No violenten a la población, respeten a sus amigos y conciudadanos: si ustedes pretenden que guarden en los bancos pesos que no sirven -por la inflación que ustedes mismos generan desde hace cinco años-, van a despertar al peor de nuestros fantasmas.”