17 mar 2011

EL BANCO CENTRAL DE RESERVA SE ASFIXIA EN DÓLARES (II)

Autor:  Marco Antonio Plaza Vidaurre
Docente universitario                                                                     1 de noviembre 2010

El Banco Central de Reserva del Perú, BCRP, según la constitución, capítulo V del Título III tiene como responsabilidad  “preservar la estabilidad monetaria” que significa que la capacidad adquisitiva de la moneda nacional debe mantenerse estable, sin episodios inflacionarios como los que se tuvieron en la década de los años setenta y ochenta. También tiene otras funciones como “regular la moneda y el crédito del sistema financiero, administrar las reservas internacionales a su cargo y las demás  funciones que señala su ley orgánica”. Estas funciones también figuran en su Reglamento de Organización y Funciones. El  BCRP tiene como meta una inflación del 2% con un margen de 1% para arriba y para abajo y su táctica es influir en la tasa de interés interbancaria de tal manera que ésta sea  igual que la tasa de interés de referencia de la política monetaria (meta operativa). En tal sentido, si el BCRP considera que la inflación se está acelerando (desacelerando), lleva a cabo medidas monetarias para que la tasa interbancaria aumente (disminuya). Hasta aquí todo es fácil de entender, pero el problema consiste en que el BCRP también trata de influir en el tipo de cambio. Luego, ¿se podrá controlar la tasa de interés e influir realmente en el tipo de cambio? Veamos. Para que la tasa de interés aumente, la oferta de dinero debe disminuir o crecer a menor velocidad que la demanda de dinero. Esto es conocido como una política monetaria contractiva. En cuanto a la intervención en el tipo de cambio, para que éste no disminuya, el BCRP compra dólares pagando con moneda nacional aumentándose así la oferta de dinero, es decir, una expansión monetaria. Aquí es donde se presenta el primer conflicto de objetivos. Como ejemplo tenemos la situación actual en que la tendencia de la tasa de interés interbancaria es creciente y esta tendencia se mantendría dado el nuevo auge en el crecimiento económico y las expectativas de inflación. Para el efecto, se espera una política monetaria restrictiva. Tenemos que el tipo de cambio tiene una tendencia a disminuir y por tanto se requiere  comprar dólares para evitar la caída del tipo de cambio y esto significa emitir más dinero. Sin embargo, para evitar la expansión monetaria el BCRP utiliza sus operaciones de  esterilización, que consiste en retirar dinero de la economía a través de: colocación certificados de depósitos, depósitos en moneda nacional del gobierno, depósitos a plazo y otros. Pero para que se lleven a cabo estas operaciones el BCRP tiene que dar incentivos mediante mejores tasas de interés en nuevos soles de tal manera que las instituciones deseen efectuar depósitos  en el BCRP. El riesgo de estas operaciones es que, por un lado, se motive el ingreso de capitales o dólares internacionales, dado el diferencial que se podría presentar entre la tasa de interés nacional y extranjera, y por otro lado, que el BCRP incurra en pérdidas en su estado de ganancias y pérdidas. El mayor ingreso de dólares a nuestra economía  ocasiona una mayor presión a la baja del tipo de cambio lo que contradice el objetivo de mantener al tipo de cambio. Observamos así dos conflictos de objetivos concatenados que se presentan cuando se interviene en el  tipo de cambio. En adición, las operaciones de esterilización tienen un límite, dado que el dinero retirado del mercado tendrá retornar con intereses inclusive. En tal sentido, la compra de dólares no podrá ser permanente. Los conflictos señalados anteriormente traerán como consecuencia que la autoridad monetaria posiblemente tome  medidas más severas para frenar la tendencia bajista del tipo de cambio como consecuencia del ingreso de dólares, ya sea aumentando encajes o inclusive, aplicando otras medidas de control a los capitales o dólares que ingresen a nuestra economía, lo que llevaría al BCRP a ser cada vez más interventor y asumir funciones más allá de su mandato constitucional, que es la de preservar la estabilidad monetaria. Esta acción cada vez más interventora desincentivará el ingreso de capitales a nuestra economía a cambio de evitar la apreciación de la moneda nacional.

EL BANCO CENTRAL DE RESERVA SE ASFIXIA EN DÓLARES (I)

Autor:  Marco Antonio Plaza Vidaurre
Docente universitario                                                                      16 de octubre 2010

Siempre me pregunto por qué el Banco Central de Reserva ha comprado y sigue comprando una gran cantidad de dólares. Veamos algunas estadísticas publicadas por la institución antes mencionada. Tenemos que en el año 2007 acumuló una cantidad de 10,306 millones; de enero a  abril del 2008 compró 8,728 millones, de junio a diciembre del mismo año vendió 5,974 millones, en el año 2008 acumuló 2,754 millones, en el año 2009 apenas compró 108 millones, pero en el presente año ha batido record, pues,  hasta el mes de octubre ha acumulado la exorbitante suma de 8,933 millones teniendo en consideración que desde al año 2007 hasta el año 2009 compró 13,168 millones, es decir, en solamente 10 meses aproximadamente compró más de la mitad que en 3 años.  Estas operaciones se relacionan con tendencias que habría llevado al tipo de cambio a aumentar o disminuir. Como consecuencia de estas inmensas compras, las Reservas Internacionales Netas dieron dos gigantescos saltos: del año 2006 al año 2007, pasaron de 17,275 millones a 27,689 millones; y de diciembre del año 2009 a octubre del año 2010, pasaron de 33,135 millones a 43,272 millones. Sin embargo, estas compras de dólares se hacen con  nuevos soles lo que ocasiona que la cantidad de dinero nacional se incremente. Ante tal situación el Banco Central de Reserva coloca certificados de depósitos con el objetivo de disminuir la oferta de dinero, lo que ha llevado en este momento a que el saldo de estos instrumentos sea de 10,294 millones de nuevos soles al 12 de octubre habiendo sido de un valor de 29,768 millones de nuevos soles al 30 de setiembre, teniendo en consideración que el circulante fue de 21,011 millones de nuevos soles y la base monetaria de 33,761 millones al 7 de octubre. Como se puede apreciar, el saldo de los certificados de depósitos del Banco Central de Reserva tiene un buen porcentaje del dinero emitido por esta institución. Desde un punto de vista financiero, estas operaciones son impecables, pero, ¿hasta cuándo se pueden seguir llevando a cabo? Con la finalidad de contestar la pregunta que me formulo constantemente, sigo mi sentido común y deduzco que el Banco Central de Reserva compra dólares para evitar que siga disminuyendo el tipo de cambio. Este razonamiento es típico del principio económico de la escasez relativa, que nos explica que ante excesos (déficit) de oferta, en un determinado momento, se genera presión para que el precio de un artículo disminuya (aumente). Todos estos procesos son los que definen los precios de los bienes. En tal sentido, si observamos que el tipo de cambio tiende a disminuir, y la autoridad monetaria compra y compra dólares, entonces, es fácil deducir que el objetivo es el que señalo líneas arriba, evitar que el tipo de cambio  disminuya, objetivo que al parecer, se estaría siguiendo hace muchos años. Ahora bien, si ya sabemos por qué se compran tanto dólares, surge una nueva inquietud, ¿Por qué esta institución interviene en el precio del dólar evitando que disminuya? Hagamos un sencillo análisis para ver a quien le conviene o no que el tipo de cambio no disminuya. Un persona que consume bienes importados le conviene que el tipo de cambio sea menor, dado que puede consumir más , ahorrar o desviar el consumo a otros bienes; le conviene a las personas que tienen deudas en dólares y que tienen ingresos en nuevos soles; le conviene a las personas que ganan en nuevos soles y compran dólares asumiendo que se espera que suba el tipo de cambio en un futuro; no les conviene a aquellos que tienen ahorros   y propiedades valorizadas en el mercado en dólares, a los exportadores, que ganan menos con un dólar barato.  En conclusión, no todos estarán contentos que el tipo de cambio disminuya. ¿Qué hacer ante esta situación de gran ambigüedad? La respuesta es que ninguna institución ni mente humana nos puede decir cuál debe ser el tipo de cambio de tal manera que todos estén contentos. Luego, ¿por qué el Banco Central de Reserva interviene en el mercado cambiario? ¿Acaso sabe cuál debe ser el tipo de cambio del supuesto equilibrio que tanto plantean muchos economistas neoclásicos y neokeynesianos? Una posible respuesta sería con un tipo de cambio menor, las exportaciones serían afectadas teniendo en cuenta que éstas son un importante componente de la renta nacional. Pero lo sorprendente de las exportaciones es que en los últimos años han aumentado exponencialmente aun considerando que el tipo de cambio se desplomó desde un valor de 3.5 nuevos soles por dólares hace ya una buena cantidad de años. Definitivamente que haber frenado la caída del  tipo de cambio ha beneficiado a los exportadores, pues, esto es totalmente lógico, pero ¿acaso los consumidores de productos importados no tienen ninguna importancia en la economía? ¿Cuánto se dejó de consumir e importar  por no haber tenido un dólar más barato? Realmente no encontramos respuestas con un buen fundamento lógico de la intervención en el dólar. Ante tal situación, lo más coherente es dejar que las fuerzas del mercado fijen el tipo de cambio, como es en el resto de precios en la economía. En el siguiente artículo veremos las implicancias de la política económica.

RUMBO ALEATORIO EN LA VISIÓN DE ESTADO, ECONOMÍA Y TRIBUTOS


En estos días, leyendo los diarios y oyendo los noticieros, me di con la gran sorpresa que el gobierno ha promovido un planteamiento de política económica que no resiste un análisis mínimo. Sobre todo viniendo de una persona exitosa como empresario.

Con un poco de sentido común, asumiendo que el Ministro de Economía y Finanzas tampoco está muy convencido de la medida, al menos eso reflejó en sus declaraciones en “La hora de Jaime de Althaus”, se puede decir que esta receta viene de un gobernante que a pesar de tener dos mandatos en sus hombros, no muy exitosos en temas de inflación,  parece que no ha aprendido los principios básicos de la economía que todo aquél conductor de una Nación debe saber.

Lo que debe estar sucediendo es que la inflación no deja dormir al señor Presidente y el insomnio lo hace tomar medidas desesperadas con tal de evitar que los precios de los bienes y servicios aumenten a una mayor velocidad. ¿Por qué guardan silencio los economistas a su servicio? Protegen sus empleos. No es mi caso.

Plantear que una disminución del Impuesto General a las Ventas (IGV) frenará la aceleración de la inflación es el disparate más grande que he escuchado en materia de política económica.

Primero, los impuestos son un componente de la política fiscal, y esta no tiene como objetivo la inflación por la sencilla razón que no se relaciona con  la emisión de dinero; segundo, bajar los impuestos no afectará a todos los bienes y servicios por igual, pues, dependerá de la sensibilidad de la demanda ante variaciones del precio (elasticidad / precio) de cada uno de los bienes y servicios; luego basándonos en este principio, podemos plantear que disminuir el impuesto a las ventas afectará con mayor intensidad a los precios de los bienes normales necesarios (demanda menos sensible a la variación de los precios) y muy poco a los precios de los bienes que tienen muchos sustitutos (demandas más sensibles a las variaciones de los precios); tercero, las familias pueden ahorrar o consumir más, lo que significa que no todos los precios de la economía disminuirán.

Otro tema que se relaciona con la política fiscal es el famoso planteamiento que ésta debe ser contracíclica, lo que significa que si la actividad económica disminuye más allá de lo normal, el gasto público debe aumentar para estimular la demanda agregada, y viceversa. Visto de otra manera, si la economía está creciendo aceleradamente, el gasto público deberá desacelerarse con la finalidad de no echar leña al fuego de la inflación. También existe la idea de que los impuestos no deben disminuir si la economía está creciendo, porque podría generar un proceso inflacionario. Estos dos argumentos están inspirados en lo que se conoce como el enfoque de la inflación por exceso de demanda, pero ¿qué demanda? Este enfoque trae mucha confusión y merece una explicación. Veamos. Si las personas de un día a otro se despiertan con ganas de hacer parrilla con carne de res, entonces es de esperar que aumente la demanda y los precios de los bifes, cuadriles, churrascos largos, pero, a su vez, se contraería la demanda de carne de pollo, pescado y otros; luego, no todos los precios aumentarán, pues, un exceso de demanda de un grupo de bienes significa un exceso de oferta de otros y, por tanto, no se genera inflación; ahora, si lo vemos como un fenómeno macroeconómico, entonces, dependerá de la razón por la cual está aumentando la demanda agregada en la economía. Por ejemplo, si el gobierno gasta más es porque ha recaudado más impuestos y tiene un gran ahorro, y es muy probable que éste sea consecuencia de impuestos demasiados altos o de falta de capacidad de gasto púbico. Este ahorro ha ocasionado que las familias hayan dejado de consumir, de ahorrar y de manera similar, que las empresas privadas hayan invertido o reinvertido menos. Si el gobierno se financia emitiendo bonos, se estará transfiriendo dinero de los privados al tesoro público.  En ninguno de estos casos se está financiando el gasto con más dinero, entonces, ¿influye el gasto fiscal en la inflación? La respuesta es negativa. En principio, una expansión del gasto público no acelera a la  inflación. Lo que sí ocasiona mayor inflación es una expansión de la demanda agregada que es consecuencia de un crecimiento de la oferta de crédito que tiene como fuente mayor emisión de dinero y tasas de interés artificialmente bajas. Ahora, si el gasto público tiene como fuente la emisión de dinero, cosa que es antidiluviana, deberíamos preguntarle a nuestro experto, que ya sabemos quién es.

Este asunto de frenar la inflación bajando el IGV tiene un transfondo populista. Nadie en su sano juicio podrá negar que el IGV actual (19%) es escandaloso, como nadie  dejará de preguntarse  cómo es posible que la economía esté creciendo increíblemente y que a ninguna autoridad se le haya ocurrido reducir impuestos que afectan el consumo familiar. Pero todos se han alineado con Don Status Quo, se han olvidado o quieren olvidar que el objetivo más importante del Estado es la seguridad de la sociedad y de las personas que incluye el derecho a consumir lo más barato posible de acuerdo a las leyes del libre mercado. El consumo familiar, hoy en día, se ha convertido en la última rueda del coche ya que el gasto púbico y las obras son ahora lo más importante para los políticos. Reconozco la importancia de la creación de infraestructura, pero esta función no puede llevarse a cabo destruyendo la economía familiar, de los más pobres, con impuestos inmorales y regresivos como es el caso del IGV, el selectivo al consumo y el de las transacciones financieras.

Existe un grave problema de visión de Estado, economía y tributación. La lógica actual podría describirse de la siguiente manera: primero, el Estado; segundo, el Estado y, tercero y nunca, la economía familiar y empresarial. La secuencia correcta debe ser al revés: establecer un límite de pago de impuestos a las familias y empresas  (este límite debe variar sólo en caso de amenaza interna o externa: guerra) de tal manera que sean beneficiados de la producción tanto interna como de las importaciones; luego determinar los objetivos del Estado (básicamente, seguridad interna y externa, justicia e infraestructura) y los recursos económicos que requiere para su buen funcionamiento y, en base a esta información, mediante consenso político con la  comunidad, determinar la carga tributaria a las familias y a la actividad empresarial. Realmente los políticos piensan al revés en cuanto a visión de Estado, economía y tributos.

La Falacia de la Reducción de la Pobreza a cargo del Gobierno


 Mucho se jacta el gobierno de REDUCIR la pobreza e inclusive la extrema pobreza, como si éste fuese una fábrica de recursos, que reparte a diestra y siniestra logrando sus objetivos, sobretodo cumpliendo con los objetivos del milenio.

 Lo que no sabe el gobierno, o no quiere saber, o no le dicen, es que la única manera de reducir la pobreza, y esto está sumamente probado, es con mayor cantidad de capital por habitante, y para lograr esto, se requiere de mayores ahorros privados, siguiendo el principio económico que toda inversión tiene como fuente un ahorro. Ahora bien, ¿de dónde obtiene nuestro gobierno los recursos para "disminuir" la pobreza? ¿acaso esos recursos disponibles no serán consecuencia de la mayor producción privada  que tenemos luego de un ahorro y formación de mayor capital en las últimas décadas?  Pero el gobierno más que astuto así como Don Contreras dirá que estos recursos son parte de un plan de ahorro fiscal necesario para épocas de vacas flacas lo que significa en buen cristiano una “política contracíclica” que tanto endiosa nuestro gobierno Y SOBRETODO los políticamente correctos; pero ¿acaso esos ahorros no fueron transferencias de los privados al gobierno a través de los inmensos impuestos que pagamos todos los peruanos? La lógica económica elemental nos dice que mientras más ahorra el gobierno, menos ahorramos e invertimos los individuos.

 Si el gobierno tiene o tuvo grandes ahorros fueron por dos causas que las considero perversas; primero, altísimo IGV que afecta a los más pobres, segundo, incompetencia para el gasto de estos recursos (algo parecido a las reservas internacionales netas, éstas crecen geométricamente porque se quiere evitar la caída del tipo de cambio, por tanto no hay ningún mérito al respecto).  Siempre debato con colegas por qué los salarios reales están tan bajos en pleno siglo 21 y muy parecidos a los años sesenta del siglo pasado.

Cualquier economista medianamente informado sabría que durante los 70 y 80 la población creció aceleradamente mientras que el capital privado creció apenas, y si le sumamos episodios de destrucción del sistema de precios justamente por políticas económicas distribuidoras del ingreso sin capacidad de ahorro privado que las financien previamente, es decir, políticas económicas  "más justas" o "políticamente correctas", entonces, es fácil deducir la razón por la cual los salarios reales no siguieron una tendencia creciente, y muy por el contrario, se redujeron. Por tanto, ¿no serán los últimos gobiernos desde los años setenta la fábrica de pobreza y enemigo número uno de los salarios reales de los más pobres?

 Pero adonde quería llegar es que la falacia de la reducción de la pobreza a cargo del gobierno consiste en que aquel que recibe recursos de la producción privada intenta reducir la pobreza, lo que en términos más simples es como darle propina a mi hijo y luego decirle que me preste para pagar la luz.  La falacia se produce porque el gobierno vive y existe por el ahorro y capital privado de todos los peruanos acumulados durante décadas, por tanto es imposible que aquel que vive de otros, incluidos los pobres, pueda reducir la pobreza. BINGO